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domingo, enero 10, 2010


Un villancico con torería
De siempre uno de los momentos más esperados en el curso escolar era la Navidad porque con ello abandonábamos las clases durante un par de días y nos pegábamos unas buenas vacaciones.
  Por entonces cobraban especial protagonismo los festivales que se organizaban en el colegio y para los cuales los chavales nos habíamos estado preparando con ilusión semanas atrás. El profesor escogía un villancico y acorde a las posibilidades musicales de la clase se montaba la pieza lo mejor posible y en ese aspecto la mía era una de las punteras todos los años porque en la puesta en escena la mayoría de las veces desplegábamos una chatarrería musical muy alta. Un bolsón de caramelos a repartir entre más de entre chavalillos era nuestro premio final.
  Un tanto de lo mismo sucedía con el festival fuerte, el grande, en el que participaba todo el colegio y en el que durante años nuestras actuaciones con la rondalla y ya en los últimos tiempos con Guaren se convertían en el plato fuerte del mismo, con una expectación tremenda y de la que siempre se hablaba al día siguiente en el recreo.
  Creo ser uno de los alumnos de los Maristas que más veces se ha subido a las tablas del escenario de su salón de actos. De otras cosas en el colegio no puedo presumir pero de eso me temo que sí y al llegar estas fechas me acuerdo de todos esos momentos.
  Precisamente por tener a la pequeña de la casa todavía allí he vuelto posteriormente en ocasiones a no perderme la cita, esta vez ejerciendo de hermano mayor aunque en la última ocasión no pude acudir y me perdí lo que ya días antes ella misma me había adelantado: en un villancico un alumno del colegio iba a torear con una muleta.
  Al principio me quedé perplejo, porque no le encuentro el motivo. Si en mi época yo hubiera hecho eso sin duda todo el mundo me hubiera señalado como el "friki" del colegio ¿verdad Arturo? Ahora sin embargo, pasado el tiempo veo con simpatía el asunto en cuestión y puedo decir que hasta en parte me alegro.
  Me alegro porque sé que en los últimos años han empezado a salir buenos aficionados entre los niños y niñas del colegio. Algunos incluso han dado el paso y se han apuntado a la Escuela Taurina y sí ahora en estos días ellos sin ningún tipo de complejos por las razones que sean llegan a sacar una muleta a la hora de interpretar un villancico, insisto, yo me alegro.
 Porque ellos han podido hacer lo que yo en su día si hubiera querido no hubiera podido y porque a lo mejor en vez de señalarle como a un raro, o insultarle como a mí me llegó a pasar, han podido verlo algo normal o incluso alegrarse que gracias a eso su villancico ha sido un poco más original que el resto.