jueves, enero 26, 2006


Espíritu campero

Estoy de exámenes, es lo que toca.Me veo rodeado de apuntes,manuales,códigos,tochos de fotocopias y con la mente puesta en un par de fechas importantes.
Entre tanto estudio y tanto párrafo de contenido jurídico tengo a bien después de comer y antes de dormir leer un poquito y si es de toros mejor de mejor.Tengo varios libros empezados pero uno de ellos es el que me ha enganchado definitivamente y el que me está haciendo disfrutar de verdad.Ese libro es la joya de mi colección.
Por título "El Toro Bravo",autoría de D.Álvaro Domecq.Sobran las palabras.De los muchos libros de temática taurina es el que más aprecio tengo y el que un mayor significado guarda para mí:ese libro inició mi particular biblioteca taurina pues mi abuelo me lo regaló teniendo yo 4 años y en él viene dedicado de esa forma "con mi deseo que este sea el primero,para que puedas formar tu propiar biblioteca taurina". Se lo agradeceré de por vida.Leer ese libro hace fortacelecer en mí el amor que profeso a ese animal del mismo modo que aprendo a valorar más aún el trabajo callado y muy poco valorado,tal vez por desconocido que lleva a cabo la gente del campo:el mayoral (llamado conocedor en Andalucía),los vaqueros,guardas de fincas, veterinarios e incluso hasta la Guardia Civil.
El becerro que se escapa, la vaca que lo busca y arremete contra los vaqueros.El toro que está encelado y se salta la alambrada apareciendo sepa Dios donde.La doma de los cabestros.El herradero.Hacerle la señal en la oreja.El destete.Apartar una corrida...mil faenas de campo.
Tanto leer del campo bravo y al mismo tiempo aprender mucho sobre este animal,poco a poco ha ido creciendo en mí casi la necesidad de pisar el campo bravo de Jaén cuanto antes.Necesidad de dirigir mis pies a la sierra y arrebatárselos al asfalto más aún en estas fechas en que Jaén no la reconoce ni Piturda.¡Madre mía como está la ciudad!Que se acaben ya las obras...
Desgraciadamente he podido ir poquito este año de montería y a un tentadero hace meses que no voy,pero ganicas tengo de irme a la sierra pronto.Recuerdo ahora una tarde bastante entretenida en "Las seis casas", lo que tienen los hermanos Collado Ruiz en La Carolina,en una tienta con los alumnos de la Escuela de Jaén:Edu Jurado,Francis Reina,Miguel Hidalgo cuando aún pertenecía a la Escuela, Juanma Vilches al que he visto sólo una vez torear y en cambio lo veo casi todos los días en la biblioteca universitaria pues es estudiante de Biología.También Curro Jiménez siendo ya novillero con caballos y Juan Luis Pizarro cuando era todo un desconocido.Dando instrucciones a los toreros desde el palo se encontraba Florentino Luque acompañado por Manuel Díaz Meco que según supe ese día tiene por allí una casa.Asimismo Luis Fernández "Jocho" con los ojos puestos en Pizarro y por último mi señor padre y quien esto escribe.
Una tarde de un sábado de febrero en que pude evadirme de los libros (por aquel entonces 2º de bachillerato en los Maristas) y acercarme por el pueblo donde están parte de mis raíces:La Carolina.Poblado minero,ganadero y de gente buena.Allí nació mi abuelo y como bien me dijo siempre,"al llegar septiembre desde el dormitorio de la casa oía berrear los venados" y "a la entrada y salida del pueblo había siempre reses bravas de las ganaderías cercanas" . Pienso que aquello hubo de marcarle y el habérmelo contado mil veces en el campito del Puente Jontoya hizo que aquello quedara marcado en mí.
Y es que Jaén goza de toros en muchos de sus pagos, especialmente en ese triángulo que yo siempre he considerado mágico y que conforman La Carolina-Andújar-Linares y los entornos de cada uno.He tenido la suerte de asistir a tentaderos y también a monterías en muchos de estos rincones,por ello es que siempre que me preguntan entre la playa o el campo,sin duda prefiero esto último.Lo de Sorando,los Valenzuela y Flores Albarrán por Andújar,Santaolaya y Orellana Perdiz en La Carolina,lo de Garzón,"El Hueco" y Araúz de Robles por Linares-Guarromán-Bailén,lo de Sancho Dávila,Ruíz Cánovas entre Santisteban y Navas...como para perderse.
La última vez que anduve por estos sitios fue allá por septiembre cuando mi abuela nos dejó y quisimos que descanse para siempre entre el Santuario de la Virgen de La Cabeza y "Navalcardo",la finca que fue de nuestra familia y que linda junto a "Los Alarcones" de Samuel Flores.Para llegar a ella desde el Santuario hay que atravesar "Los Escoriales","La Medianería","Las Navas de Pedro Bagar" y por último "Los Alarcones".Casi nada.Luego hasta llegar al Centenillo se pasa entre otras por "Nava el Sach" finca que fue Alfonso Urquijo.Y hasta llegar a La Carolina se suceden por ejemplo "Iniestares","Santaolaya","La Española" y muchas otras que no recuerdo y otras que desconozco.
Pasar por todos esos lugares hace encontrarme con parte del pasado de mi familia y pensar que en el futuro podré seguir difrutando.Hace una vez más admirar al Santo Reino desde el ámbito ganadero y montero.Hace que salga a flote una forma de vida inculcada generación tras generación desde Don Nicasio Marín hasta llegar a mí:el espíritu campero.

1 comentario:

indecible dijo...

Llegué aquí buscando documentación sobre Piturda de Jaén, para la tesis que estoy escribiendo sobre "Miedo a no volar" de Saiz de Marco.

Os paso el relato, por si os interesa.

MENOS MAL


Se ve que no le basta con ser pobre y tener que ir por las calles recogiendo cartones. Se ve que, además, debe ser humillado.

Mientras saco a pasear a la perra, a veces viene la inspiración. El primer verso te lo dan los dioses, pero no hay que dejarlo escapar. Por eso me siento en un banco y escribo. Esta vez estoy demasiado tiempo y, cuando me levanto, Titina no aparece. La busco por el parque, la plaza, los jardines… Finalmente al torcer una esquina la veo. Está con otros perros y, a su lado, hay un hombre con boina y con un carro cargado de cartones. Pregunta:

-¿Es suyo el perro?

-Sí.

-Tos los perros se me pegan. Pero yo na más recojo los que no tienen amo. Y éste no parecía callejero. Un cuarto de hora llevo, aquí parao, esperando al dueño del animalico.

(Lo escribo en jienense porque lo recuerdo así.)

-Muchas gracias –le digo; y me llevo a Titina.

Justo cuando me despido pasa un coche. Desde dentro un ocupante baja la ventanilla y, sabiéndose impune, grita:

-¡Piturda! ¡Borrega!

(Es tradición insultarle.)

El insultado acaricia a sus perros (“menos mal que los tengo a ellos”, pienso que piensa) y con ellos echa a andar calle abajo.