domingo, agosto 16, 2009



Espléndido Esplá.
Plaza de toros de Baeza. Coso de El Vivero.
Feria en honor a la Virgen del Alcázar.Media entrada.
Toros de Torrehandilla. Nobles, de juego muy desigual, sobresaliendo 3º y 6º. El 4º fue devuelto (apuntillado) y salió como sobrero un toro de Lagunajanda, que resultó ser el mejor.
Luis Francisco Esplá: Azul purísima y oro. Palmas y dos orejas.
Julián López "El Juli": Azul pavo y oro. Oreja y dos orejas.
Sebastián Castella: Malva y oro. Palmas y dos orejas.
* Última actuación de Esplá en la provincia de Jaén, despidiéndose de la afición.
* Se desmonteraron Curro Molina y Pablo Delgado, de la cuadrilla de Sebastián Castella.


El cuarto se pegó un porrazo bien gordo contra un burladero y al darse la vuelta un pitón le faltaba por completo. Aquello era una imagen horrorosa, feísima. Sobre el albero se quedó un buen rato el pitón del toro que salió por los aires tras el impacto con las tablas. Aquello era una imagen similar a la que uno tiene cuando camina por el campo y se encuentra los desmogues de las cuernas de los venados.
Así pues, Esplá se encontró repentinamente con que su despedida de los ruedos de la provincia de Jaén sería frente a un toro de un solo pitón. La gente comenzó a protestar que el toro se quedase como los unicornios, con un cuerno nada más, y ante la protesta de muchos, que no de todos, asomó por el palco presidencial el pañuelo verde. Lo que pasa es que esto ocurrió cuando ya el toro llevaba encima seis banderillas y a Esplá le estaba entregando su mozo de espadas la muleta. Se apuntilló al toro y salió el sobrero. Yo sinceramente no sé hasta qué punto aquello era como para devolverlo, pues la falta de un pitón no impide que se le pueda torear, pienso yo, cosa que es muy distinta a que se hubiera inutilizado alguna pata y le impidiera moverse por el ruedo.
El sobrero que salió en cuarto lugar y que correspondía al hierro de Lagunajanda, fue totalmente opuesto al resto de la corrida que se anunciaba bajo el hierro titular de Torrehandilla. Este toro tuvo mucha calidad y permitió a Esplá desplegar toda su tauromaquia, mostrando un toreo muy distinto al que día tras día vemos y más cercano al de tiempos pasados.
Toreó con mucho gusto con el capote, dejando una media de cartel, no lo exagero. Lo llevó por chicuelinas al paso al caballo, lo banderilleó con su característico estilo, correteando, jugando con el toro por la plaza si bien no me gustó verle poner banderillas al violín pues es algo que gracias al Fandi he acabado aborreciendo.
Tras brindar a los baezanos la puesta en escena de su faena parecía una foto en blanco y negro de la tauromaquia de inicios del S.XX. El torero, con la montera calada, sentado en el estribo, vestido de purísima y oro, con los alamares largos y las hombreras caídas, citando al toro teniendo por escenario una plaza con tanta majestuosidad como es la de Baeza. Aquello era una imagen con solera.
Tras tres o cuatro, o quizás cinco muletazos por alto sentado en el estribo se lo sacó a los medios y allí le fue haciendo una faena pulcra, con mucho sentido, muy vistosa. Primando el derechazo frente al natural. Sintiéndose y gustándose, haciendo todo muy medido y con un ritmo que no hacía caer en el pase monótono. Toreo variado, creativo y resolutivo. Esplá estuvo espléndido en su última tarde en la provincia de Jaén.
Le acompañaron Juli y Castella, que estuvieron bien, cada uno fiel a su estilo y creencia. El Juli mató sus dos toros de dos estoconazos soberbios, impresionantes y Castella se pegó dos arrimones, si bien en el último toreó a placer exprimiendo al máximo al sexto de Torrehandilla, que permitió al francés torear seguido y con algo de emoción, cosa que no brindaron el resto de los Jandillas que se crían en Vilches, que siendo nobles, estaban muy faltitos de fuerza y de ganas de embestir, por eso el toro de Lagunajanda cuando salió como sobrero parecía la noche y el día por su juego, pero también por sus pitones pues en un momento en que estuvo en el burladero que tenía yo más cercano a mi asiento, al verle los pitones aquello daba auténtico repelús. Sus puntas se asemejaban a los tapones de corcho de las escopetillas de la feria.


Foto: Pipe Caparrós.

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