viernes, agosto 07, 2009


La corrida que no podré ver.

Quisiera yo estar ahora mismo en otro sitio y a ser posible sintiendo en mi trasero las abrasivas tablas sobre las que uno se sienta en una portátil en el mes de agosto. Podría ser posible pero no precisamente donde yo quisiera.
En estas fechas yo quisiera estar en Ceuta viendo torear a tres toreros indistintamente de quiénes pudieran ser. Me gustaría estar allí viendo toros porque allí ahora son las fiestas y para allá que se ha escapado mi hermana la menor a pasar los días con mi primo el canijo.
Lo que a mí ahora se me apetece hubiera sido posible de haber prosperado aquello que a inicios de la temporada se intentó por parte de dos aventureros como fueron Carmelo y Caba, que se cogieron un ferry y se plantaron en Ceuta con la idea de recuperar la Fiesta de los Toros a la vera de Marruecos.
Hubiera sido un pasón pegarme unos días a base de tapitas de corazón de pollo enamorao, que tanto me gustan si es mi abuela quien los hace. Comerme un rodaballo de esos que mi tía Sonia saca del horno en la terraza por la noche viendo las luces de la feria traspasar los cristales del salón y asomarme a contemplar el monte Hacho al despertar y girar mi vista hacia Algeciras y recordar que no hace mucho yo andaba con frecuencia por allí viviendo en una nube más feliz que una perdiz.
Poder llevar a mi primo Jaime, el último de los Weil, por la Gran Vía, a ver salir de La Muralla a los toreros camino de la plaza y que se quedase absorte como yo me quedaba a su edad viendo las lentejuelas de las taleguillas.
Y ver junto a mi amigo Hugo toros en su ciudad cosa que él sólo puede hacer cogiendo un barco y tirando de plaza en plaza desde Algeciras en adelante para poder ver a esos ídolos que él tanto admira y que seguramente nunca podrá ver en Ceuta ni haciendo turismo.
Han pasado ya bastantes meses desde que saltó la noticia. Los antis movieron ficha y abortaron en apenas unos días el intento. Por el contrario los del toro apenas reaccionaron, dejando más sólos que la una al dúo de intrépidos empresarios. Hugo y yo hicimos cuanto pudimos. Él y los suyos desde Ceuta, yo ayudándoles en lo posible desde Jaén. Todo fue en vano. Apenas Antonio Girol a través de su programa de radio (http://www.gentetorera.es/) se interesó y “El Albero” de la COPE se tomó bastante en serio el tema, cosa que agradeceré siempre a Rafael Cabrera, Pilar Abad y por supuesto a Sixto Naranjo.
Las revistas taurinas apenas nada. Si sus directores supieran que encontrar ejemplares de ambas en Ceuta es muy complicado, de seguro, fliparían.
Una pena. Los argumentos de siempre, el desconocimiento total que gran parte de la sociedad tiene hacia la Fiesta y para colmo, el refuerzo de la dichosa crisis que motiva hoy por hoy no pocas decisiones, hicieron que Ceuta se quedase sin toros.
Una situación que contrasta totalmente con la de Melilla, donde cuentan con una pedazo de plaza de toros, dos novilleros sin caballos (uno de ellos flamante tercer puesto en la final del Ciclo de Novilladas de Andalucía) y una pedazo de afición. Este año la feria taurina, sin duda, de campanillas.
Y ante todo esto, yo me pregunto ¿Cómo demonios podemos pensar en dar toros en Las Vegas si no se ha conseguido en Ceuta?

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