domingo, agosto 30, 2009

Ponce por la puerta grande en la última de feria.
Plaza de Toros de Linares. Coso de Santa Margarita.
Algo más de media plaza. Tarde de muchísimo calor.
Toros de Núñez del Cuvillo. Juego desigual, destacando muy especialmente el 5º.
Enrique Ponce (Blanco y oro). Oreja y dos orejas.
David Fandila “El Fandi” (Grana y oro) Ovación y oreja
José María Manzanares (Azul y oro) Ovación y oreja.
Saludaron en banderillas Juan José Trujillo y Curro Javier, de la cuadrilla de Manzanares en el tercero y sexto respectivamente.

Por el percance de Morante sufrido el viernes quedó vacante su puesto en la tarde de hoy y a la hora de hacer el paseíllo ha sido Enrique Ponce quien ha ocupado el lugar que a él correspondía. A la postre Ponce ha sido el triunfador final del festejo, haciéndose con un total de tres orejas.
Su primero buscaba siempre rajarse pero siempre se encontraba la muleta de Ponce por delante que le obligaba a seguir su trayectoria. Así Ponce a base de ponérsela le fue sacando los pases, sobresaliendo en una tanda por el pitón derecho al ligarle los muletazos.El otro en cambio dio un juego mayor y Ponce lo aprovechó. Se sintió el torero y le enjaretó muletazos muy mandones e inspirados por bajo que calaron en el tendido, volcándose la plaza con él.
Fandi se llevó el toro de la tarde, el quinto, al que hizo todo cuanto quiso y más. Con capote, banderillas y muleta. Por nombre “Galiano”, ese quinto toro tenía una calidad extraordinaria, que de lejos se arrancaba a la muleta, acudiendo con alegre galope al encuentro con el de Granada cada vez que le presentaba la pañosa. Sólo cortó una oreja en ese torero quizás por ese pinchazo hondo con que pasaportó al toro, que de no ser así, hubiera sido premiado con las dos muy probablemente. Su primero no fue gran cosa, perdía las manos reiteradamente y en el tercio de banderillas la cosa se prolongó más de lo debido.
Y realmente el toreo de la tarde llegó de la mano de Manzanares, porque toreó muy profundo,rotundo y verdadero.Con voluntad y entrega plantó batalla a un toro que se quedó a la mitad, realmente un medio al toro al que siempre faltó un tranco para terminar de entregarse. Anteriormente el tercero de la tarde quiso establecerse cercano al tendido uno, para no salir de allí y muy cerrado en tablas, casi con sacacorchos, y en distancia muy corta ir robándole los muletazos, por cierto bajo los compases del pasodoble “Salvador Santoro”, pieza musical del Maestro Vílchez dedicada a este reconocido aficionado linarense, que hoy se interpretaba por vez primera en el Coso de Santa Margarita.

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