viernes, julio 17, 2009

Cuaderno de viaje.

Cuando uno es pequeño, si el curso académico se ha dado bien, sus padres lo premian llevándolo a un campamento. La cosa puede ir más allá y el muchacho puede acabar aprendiendo inglés en Irlanda, Escocia, Inglaterra...Y puede suceder lo contrario: que la cosa no se dé bien y uno acabe en un campamento de estudiar. Lo que viene siendo un internado, para entendernos.
Ni yo fui nunca a un campamento con chavales de mi edad ni pasé verano alguno aprendiendo inglés fuera de España. En cambio sí que me pasé dos veranos seguidos estudiando en el Unamuno de Málaga.

Cuando yo veía la propaganda de los campamentos de verano, aquello no me terminaba de seducir. Salir fuera de tu casa para levantarte pronto, hacerte la cama, estar todo el día bregando de un sitio a otro e incluso tragarse una clasecilla de inglés...no me entusiasmaba.
Pasado el tiempo unos vecinos míos, mayores que yo, se fueron en comando hasta Gijón a la escuela de verano del Sporting en “Mareo” y a mis diez años envidiaba que todos ellos pudieran disfrutar en una semana junto a chavales de sus edad, en unas instalaciones envidiables, de su afición al fútbol.
Mis propios hermanos han pasado por campus de verano de fútbol y baloncesto en Málaga, en el famoso campus de Nacho Rodríguez. Una semana practicando deportes y juegos rodeados de gente de sus edad y deportistas de Élite. Recibieron muchos regalos deportivos.
Me daba cierta envidia ver que yo no tenía a mi alcance nada similar. Yo no podía disfrutar de mi pasión por los toros en unas circunstancias similares.
Pasado el tiempo lo he conseguido. Me orienté de una especie de “campamento taurino de verano” y tras hacer no pocas gestiones y pasar toda una odisea para poder ir, al final, he podido participar.
Hice las maletas y me busqué la vida para llegar a Moraleja, Cáceres, donde en su Centro de Formación Agraria se ha celebrado el II Curso de Conocimiento del Toro Bravo. José Luis Castro ha sido el artífice de todo esto.
No es cosa fácil que los ganaderos abran las puertas de su casa, enseñen los toros en los cercados, den a conocer las faenas de campo, permitan que nadie pise sus plazas de tientas y por último pueda alguien ponerse delante de una becerra. Él lo ha conseguido y ha posibilitado que muchas personas sean enormemente felices.
Todo el día colgado del teléfono móvil, haciendo mil gestiones, pidiendo favores, remendando los imprevistos. Animando siempre al personal. Siempre al alcance de todos en todo momento.
No conocía a quien no tengo duda, es toda una institución taurina en Extremadura, y más concretamente en la provincia de Cáceres. Profesional de la hostelería, es él quien puso en marcha el Curso de Mayorales, que está teniendo un éxito enorme, y fruto de ese Curso nació este para aficionados, teniendo en cuenta la altísima demanda.
Durante una semana, - de lunes a viernes- hemos convivido aficionados de todos los puntos de España, de todas las edades, en una residencia y con el toro como elemento de unión hemos vivido unos días inolvidables.
Por momentos aquello parecía surrealista. No es fácil imaginarse que realmente puede llegar a suceder lo que nosotros hemos vivido.
Madrugar día tras día para tener una cita puntual frente al televisor para seguir en directo el encierro de Pamplona, seguidamente desayunar sin parar de hablar de toros y posteriormente desarrollar las actividades previstas.
Exceptuando que el primer día y a primera hora se nos habló de los encastes y castas, así como pelajes del toro de lidia, el resto del curso ha transcurrido íntegramente en el campo bravo.

Nos llevamos la primera sorpresa el mismo lunes por la tarde cuando José Luis, el director, nos comunicaba que Victorino Martín nos iba a recibir en su finca de Monteviejo y nos mostraría su museo taurino. ¿Qué puedo yo decir? Quedé impresionado con quien es y ha sido uno de los ganaderos más importantes de la historia del toro bravo. Su museo, sencillamente es acojonante (con perdón). Placas, trofeos, cerámicas, cuadros, todo lo que uno pueda llegar a imaginarse.

Me impactó y emocionó ver frente a mí al famoso toro “Velador”, único indultado en Las Ventas (mi amigo Luismi Parrado puede matizar este dato), así como algunas cabezas de la llamada “Corrida del siglo”. Me mosqueó no encontrar nada referente a mi tierra hasta que ya prácticamente saliendo de la puerta divisé en lo alto de una pared a la izquierda de la cabeza de un toro un cuadro con el escudo de La Carolina, cosa que me emocionó mucho. Así se lo hice saber al ganadero que me dijo:
- Dale recuerdos a Vicente Perucha, el torero de La Carolina cuando lo veas.
- Disculpa que le diga...pero falleció el año pasado.


Una anécdota que me
llevó de allí aunque sea algo chunga, la verdad.
La segunda jornada tuvimos el privilegio, porque verdaderamente así lo veo yo, de hacer la trashumancia. Una labor de campo que en
el ganado bravo se ha ido perdiendo, quedando un pequeño reducto precisamente en Jaén, si bien los últimos ganaderos que lo venían haciendo nos dejaron en las pasadas navidades.
Hicimos una trashumancia cortita, acorde a la jornada prevista. Fue algo emocionante. A campo abierto, alejados de lo urbano, bajo un sol que nos dejó a todos la piel como los salmonetes, nos retrotraímos en el tiempo para vivir en el presente una estampa ganadera del pasado como era trasladar el ganado campo a través de un sitio a otro.
Vacas viejas, becerros, caballos, vaqueros. Cosa impresionante. Vivirlo para contar algo que tampoco puede contarse fácilmente. Tuve la suerte de volver a montar a caballo después de algún tiempo y por unas horas, con mi gorra, mis botos bien engrasados, el caballo y la garrocha me sentí completamente como un mayoral.

Entre la ida y la vuelta, para sorpresa de todos y aprovechando que de por medio nos pilló un saneamiento de reses el ganadero, Enrique Serrano, nos soltó dos becerras. No me puse delante porque entre el pollo, la sandía y la tarta que nos metimos entre pecho y espalda a campo abierto...yo no estaba en condiciones. Fue en cambio muy emotivo ver a Paco Gallardo ponerse delante de una becerra por primera vez en su vida.
Paco, que se ha ganado con su carisma el cariño de todos, además de ser un excelente aficionado esconde tras de sí una historia tan impresionante como emotiva, que yo más adelante contaré.

El miércoles se nos dio la oportunidad de conocer el campo charro, cosa que a mí me hizo mucha ilusión dado que no tengo la ocasión habitualmente de ir a Salamanca y menos aún a su campo bravo.
Visitamos “Garcigrande” y “Los Bayones”. En la primera finca aluciné pues nunca antes había conocido una plaza de tientas cubierta y francamente esa era impresionante. ¡Menudas instalaciones! Asistimos en el “tauródromo” al ejercicio físico de los toros, esto es: correrlos a través de un circuito para que se ejerciten. Nada más llegar se nos dijo que estaba previsto que allí José Tomás mataría un toro a puerta cerrada a las 13:00. Nos fuimos de la finca y la verdad es que ni se le sintió.
En “Los Bayones” contemplamos el apartado de dos toros en un cercado: uno para curarlo y otro para enfundarlo. Esto último me dejó mucho que desear y no me terminó de convencer, sinceramente. Para rematar, pudimos ver como el mayoral vacunaba a un toro desde lo alto de una encina aprovechando el paso del toro en cuestión bajo el árbol, cosa que ya había visto yo hacer a Fernando Cuadri en un reportaje de Toros Para Todos. Entre medias, en defensa propia nos aplicamos una paella (la primera vez en mi vida que comía paella con huevo duro) seguida de una carne, que francamente no había forma de hacerle frente tras la paella, para rematar la faena con el postre y dejar a la expedición con más ganas de echar la siesta que de tirar para “Los Bayones”. ¿A qué parezco Suárez Guanes mezclando escritos taurinos y gastronómicos.
El jueves fuimos hasta el término de Monroy, a conocer la ganadería de “El Cubo”, que cuenta con la única plaza de tientas cubierta de la provincia de Cáceres. Tanto la plaza, como la casa ganadera y las instalaciones son dignas de ver. Ya quisieran muchas plazas de pueblo tener unos corrales así de funcionales. Me gustó mucho, muchísimo esta ganadería y el ganadero, en todo momento con nosotros, nos invitó a un pedazo de aperitivo en la ganadería.
Ya por la tarde tuvo lugar el primero de los dos tentaderos que pudimos disfrutar. En la ganadería de Elia Hernández vimos tentar a “Frascuelo” apenas dos días antes de su compromiso en Céret. En la plaza sólo le he visto una vez y de corto. En el campo, tentando, disfruté mucho. Otro aire, un sabor añejo, mucha torería. Pego una media verónica para dejar una vaca de retienta en el caballo que a todos nos arrancó un olé muy marcado.
Le acompañaba un novillero sin caballos, Mario Alcalde, de Madrid, que se está forjando a su lado y que me causó grata impresión. Se pusieron delante tres compañeros nuestros del curso, dándose la circunstancia de ser Beatriz novillero con picadores, Jesús, novillero sin picadores y David un aspirante a vestirse de luces. Me sorprendió especialmente Beatriz ante las vacas de retienta, porque alguna sacó su genio y ahí había que estar para hacerles las cosas. Jesús no terminó de encontrarse, según él mismo me confesó y David lo que pudo hacerle a la becerra suficiente fue para disfrutar.
A la hora de saltar los aficionados unánimemente se le animó a Paco Gallardo a ponerse delante de nuevo. Y lo hizo, vaya si lo hizo. Con acierto y decisión. También se puso delante el picador Ismael Halcón, quien picó ambos días.
Aquello se fue un poco de las manos porque bastante gente quiso torear aprovechando la condición de la becerra, muy buena, y hubo unos asistentes a la tienta que habían acudido en pantalones cortos y chanclas, que se pusieron delante y francamente aquello no me gustó nada, porque el campo, pienso, es una cosa muy seria. Acto seguido la comitiva partió hasta Coria y allí en mitad de la calle, en la terraza del bar de José Luis se montó la cena casi diría yo que de forma improvisada.
El ambiente estupendo y al marcar el reloj las 00:00 servidor cumplía un año más. Algunos lo sabían y me cantaron el “Cumpleaños feliz”, uniéndose rápidamente todo el personal y hasta el propio “Frascuelo” que vino a cenar con nosotros. ¿Quién me iba a decir a mí que cumpliría los años en un pueblo de Cáceres y con un matador de toros entre los asistentes?
La última jornada la iniciamos en “Las Tiesas de Santa María”, una de las fincas de Victorino Martín. No he visto en mi vida toros más grandes que los que pude ver la mañana de aquel viernes en los cercados. Sólo vimos toros, ninguna vaca.
Recuerdo que de un grupo que había junto a un comedero, uno de ellos tapaba, escondía totalmente a otro que se encontraba tras él. No paré toda la mañana de acordarme de Ruiz Miguel, con quien apenas una semana antes había estado hablando, y digo que me acordaba de él por su corta estatura y haber sido el torero que más toros de Victorino se ha pasado por la cintura.

Regresamos a la residencia y tras almorzar, tuvo lugar la correspondiente tertulia que siempre se formaba a la entrada de la residencia, con el aliciente de torear de salón con los trastos de algunos de David y Juanjo, dos de los alumnos del curso anterior que se habían unido los dos últimos días a nosotros.
Bien entrada la tarde partimos hacia la ganadería “Jara del Retamar”, en cuya finca, “La Zarzuela” acudimos a la última tienta, que corrió a cargo de José Ignacio Ramos e Iván García. Me gustó mucho el tentadero, sinceramente. Todas las vacas dieron buen juego y más de una se arrancaba muy de lejos al caballo que manejaba Ismael Halcón.
Tenía interés por ver tentar a dos toreros que nunca he visto de luces en la plaza y que dudo, pueda ver por los ruedos de aquí abajo.Viendo a Iván García no dejé de pensar que era uno de esos toreros que andan en el escalafón por debajo del sitio que merecen. En el tentadero, viéndole tentar, parecía hacer fácil todo lo que hacía con la muleta. Se hinchó de torear y como digo, me gustó mucho.
Como es costumbre, se estableció un orden de intervención de “los tapia” guiándose por el criterio de veteranía y antigüedad en los ruedos. Como debe ser.
Beatriz Tablado, Jesús Jiménez y David Matas tuvieron oportunidad de torear. Torear mucho y bien, hasta hartarse. En una de esas estando toreando David Matas el ganadero sufrió una caída desde donde estaba situado y no se mató de milagro. Desde el pequeño “palco” ganadero el golpe no fue chico.
Reincorporado el ganadero ya en su sitio permitió a los aficionados ponerse delante. Paco Gallardo volvió a coger la muleta y darle un par de derechazos, igualmente hizo Paco, un aficionado de Cuenca. Borja, un joven aficionado de Madrid se puso delante por primera vez y yo viendo la extraordinaria condición de la becerra no me pude resistir y le pedí permiso al ganadero para ponerme delante.
Me hacía mucha ilusión ponerme delante de una becerra en el campo bravo extremeño, algo que no tengo a mi alcance habitualmente, y sobre todo, quise celebrar mi cumpleaños toreando, pues nunca en la vida se me había presentado una oportunidad igual y eso yo tenía que aprovecharlo.
De cómo estuve...no creo que sea el más indicado para decirlo. Apenas pude darle tres naturales y cuando me retiré al burladero tras recibir no pocos porrazos descubrí que llevaba un pequeño puntazo, mínimo, en la pierna izquierda. Yo no me había dado ni cuenta y las cosas como son, orgulloso que estoy yo de esta pequeña herida que me he hecho haciendo lo que más me gusta.
Como colofón al curso tuvo lugar una cena en un restaurante de Moraleja. José Luis nos sorprendió a todos haciéndonos entrega de una orla conmemorativa del Curso y la insignia de los mayorales. Al ir a recoger la mía, los compañeros me pidieron hablar desde el micrófono...y bueno, ahí soltamos unas palabras para acabar siendo sorprendido finalmente por todos los presentes cantándome de nuevo el “Cumpleaños feliz”, cosa que me emocionó mucho, la verdad.
A la cena y como clausura José Luis nos tenía una nueva sorpresa preparada. Se había traído a un artista amigo suyo, Pepe Extremadura, que nos cantó un tema que le ha compuesto a los mayorales y que fue el éxito de la noche, hasta el punto que le pedimos el bis y se pegó casi diez minutos cantando la canción y no se nos ocurrió mejor cosa que subirnos al escenario con él para acto seguido izarlo en hombros, desenchufar la guitarra y sacarlo a hombros hasta la calle, guitarra incluída, a los gritos de ¡torero, torero!. En la calle se quedaron a cuadros cuando vieron a quince tíos llevando a hombros a un gachón con una guitarra...No me he reído más en mucho tiempo.
Los resistentes aguantamos y nos fuimos a la feria de Moraleja, que por entonces ya había comenzado y nos dejamos llevar por la fiesta. Quince o veinte personas de toda España tiramos tras la charanga y recorrimos las calles de Moraleja para acabar presenciando la suelta de reses bien entrada la madrugada.
Llegué a Jaén a las seis de la tarde del sábado previa parada en Almagro, Ciudad Real, ya que Jesús, mi compañero de habitación, y sus padres se brindaron a traerme a la vuelta.
Una experiencia inolvidable. Recomendable a todo aficionado que se precie. No conocía la provincia de Cáceres y gracias a esta iniciativa he tenido la oportunidad.
Quiero desde aquí mostrar mi más profundo agradecimiento a José Luis Castro, quien desde el primer instante estuvo pendiente de mí, acercándose incluso a recogerme a la estación de autobuses de Coria y acogerme en su establecimiento la noche del domingo. Una persona que durante una semana ha hecho un esfuerzo sobrehumano por cuadrar todo, por procurar el bienestar de muchas personas y que se ha privado de otras tantas cosas, empezando sin ir más lejos por disfrutar de su familia.
Y quiero igualmente mandar un abrazo a toda la gente buena con la que he compartido estos días irrepetibles. Gente de Extremadura, de Valencia, Toledo, Ciudad Real, Málaga, Sevilla, Salamanca, León, Asturias...con los que he podido disfrutar enormemente mi pasión por los toros.















































5 comentarios:

Rubén Martín Molero dijo...

Ole,ole y ole, pedazo de artista. Eres un auténtic periodista y narrador. El diario de estos 5 días en contaco con el toro bravo es fabuloso. Enhorabuena amigo.
Un abrazo desde Toledo.

Rubén.

David Valderrama Gutiérrez dijo...

José Luis!Que envidia!Peazo de Plan!Me alegro muchísimo de todo el viaje, ¿Quien dice que la Fiesta no es grande?
Un abrazo!!!

Anónimo dijo...

José Luis, ya sabes que me encanta como escribes y una vez mas te felicito, y nada mas que decirte que han sido dos dias a tu lado en los que e aprendido mucho de ti, como persona y como aficionado. Espero que nos podamos ver pronto. Un abrazo cuidate.
MIGUEL SAAVEDRA-BADAJOZ-

Mayoral dijo...

q envidia macho,,,,el año q viene me apunto...jajaj

Marta Pérez Martí dijo...

José Luis!!!! Menudo diario que has escrito me ha emocionado. Ya sabes que por Valencia y por un pueblecico perdido de Teruel tienes una amiga para lo que sea. Me ha encantado conocerte y poder nutrirme un poco de tus conocimientos, me has dejado impresionada. Espero que muy pronto nos volvamos a juntar.
Un besiko
Marta Pérez(Valencia)